El Arte de Sentir Miedo
Con Halloween y el Día de los Muertos ya encima, las películas de terror regresan a las conversaciones citidianas. Tanto en el cine como en la literatura, el terror no solo ha logrado cautivar a muchos, sino que se ha convertido en una fuente de inspiración para creadores que traspasan los límites de esa ilusion a la que conocemos como «normalidad».
El horror es un género que toma riesgos jugando con nuestras emociones, mostrándo cosas que nos impactan. Es por eso que encontramos en él personajes y escenarios que solo quisieramos que solo vivieran en la ficción: criaturas de la noche, y fuerzas desconocidas que desafían la lógica y nuestras nociones de seguridad.
Es extraño cómo nuestro gusto por el horror comienza a desarrollarse cuando somos adolescentes. Cuando somos jóvenes, es fácil perderse en nuestra imaginación y sentir una fuerte atracción hacia sentimientos intensos, asumir riesgos y romper las reglas. Es cuando las historias de fantasmas y los relatos de los desconocido comienzan a fascinarnos. Quizás porque en la adolescencia también exploramos nuestros propios miedos, y el terror nos brinda una forma segura de entenderlos.
Así, cuando disfrutamos de este género, estamos participando en un viaje de autoconocimiento y exploración emocional. Nos adentramos en relatos y escenas que, de otra manera, no podríamos vivir, pero que nos enseñan a aceptar y convivir con nuestra oscuridad.
En esta temporada, cuando los símbolos de vida y muerte conviven a nuestro alrededor, vale la pena recordar que el terror no solo asusta, sino que también inspira y nos hace crecer, despertando en nosotros una curiosidad que, al igual que aquello que duerme eternamente, nunca muere.
Por lo mientras, esta semana a ver Sonrie 2, que la primera fue excelente.